martes, 29 de junio de 2010

EMF-Unbelievable



A principios de los 90, incluso finales de los 80, empezaron a echar en Telemadrid las listas de éxitos de Gran Bretaña. Telemadrid, como cualquier cadena que empieza, era por entonces un solar pero un solar muy divertido, compuesto casi todo por producciones inglesas: "Sí, señor ministro", "Alló, alló", el grupo ese de enloquecidos que hacían sketches sobre un tal "Cabeza de Canoa". En uno de esos programas vi por primera vez el vídeo de Sinead O´Connor llorando como una magdalena, "I know that living with you baby was sometimes hard, but still I´m willing to give it another try".

Ahí descubrí también a Stone Roses y Happy Mondays. De una manera muy lateral porque, insisto, yo por entonces ni siquiera había entrado en el instituto, estaba en ese año intermedio de Parques de Atracciones y primeras discotecas light de Palma de Mallorca. Algo entre "Ritmo de la noche" y "Xuxuxu-Xaxaxa". Supongo que la cultura del tecno, de lo que nosotros llamábamos tecno y luego algunos llamaron bakalao y que en realidad es algo bastante indefinible, nos resultaba atractiva porque nos hacía sentirnos mayores.

Con 12 años compré mi cinta de "Acid Mix", con los emoticonos de las pastillas en la portada. Dudo que nadie con más de 15 años comprara aquello.

¿Dónde quedaba EMF en todo eso? Hasta donde yo recuerdo, la canción es de 1990 ó 1991 y fue un exitazo. Eso quiere decir que fue "mainstream" y desde luego tenía un punto Happy Mondays, un toque Madchester, pero también la ponían en las discotecas y la bailaban, extáticas, las chicas de la televisión. Bailar EMF como comprar "Lo más disco" o "Zona de baile" o el "Ponte las pilas" era una señal de madurez. Sé que suena irónico, pero lo era.

Piensen que la alternativa era Modestia Aparte. O Rick Astley. Puede que "Unbelievable" fuera la primera canción rencorosa que me gustara de verdad. Una canción de dejar las cosas claras. Yo no sé si después de dejar las cosas claras van a mejor. Diría que no, pero hay que intentarlo. Todos hemos pensado varias veces en decirle a la chica, sin más, "no te lo crees ni tú". Con 13 años y con 33. La rabia es lo único que no cede con la edad.

jueves, 24 de junio de 2010

Siempre negatifo, nunca positifo



En un ataque de autocompasión adolescente, definí en un diario mi vida como "un eterno partido contra el Ajax". Me refería al Ajax de mediados de los 90, el de Van Gaal, lo más cercano al actual Barcelona de Guardiola, con su presión en todo el campo, su manejo constante del balón y la sensación de que el rival, ahí, no pintaba nada.

Me caía simpático Van Gaal y desde luego me alegré de que lo fichara el Barcelona.  No podía saber que yo iba a ser el único. Van Gaal, un tipo serio y metódico, con un ego sobredimensionado, llegó a la mediterránea Barcelona y empezó a portarse como un turista cabreado. Todo le parecía mal. Todos eran unos incompetentes. Nadie le entendía. La prensa se cebó como se ceban los del pueblo con el turista atildado: que si la libreta que lleva siempre, que si solo ficha a sus amigos holandeses, que si mira qué aires se da... La campaña tuvo tanto éxito que a los meses todo el Camp Nou gritaba aquel mítico "Fora Van Gaal" pañuelos en mano. En su primera temporada ganó la liga y la copa pero eso no pareció importarle a nadie.

Los guiñoles de Canal Plus -y hablamos de una época en la que los guiñoles de Canal Plus eran una referencia bastante aproximada de la opinión pública- le representaron con una cara que era una pared de ladrillo, cerrado acento del norte y una libreta en la mano, con la que frecuentemente hablaba. La verdad es que el hombre daba pena. Recuerdo a unos chavales en un entrenamiento gritándole "hijo de puta" a los pocos días de que su madre muriera. Recuerdo también a Nicolás Casaus, estandarte del barcelonismo de aquella época a sus noventa años, pedirles "por caridad cristiana" que se callaran, que ya estaba bien.

Y sí, estaba bien. Van Gaal era un actor torpe, sin recursos. Su mejor momento fue en la rueda de prensa famosa en la que se puso a gritarle a un periodista aquello de "tú eres muy malo" y "tu interpretación es siempre negatifffa, nunca positifffa". La reducción de la frase a su esencia: "Simpre negatifo, nunca positifo" causó furor como en su momento los "cobarrdes" de Chiquito o las manchas de las picotas. Van Gaal se fue al tercer año, el único en el que no ganó nada. Creo que nunca superó ese fracaso. Probablemente, nunca entendió en qué había fracasado, era junto a Cruyff el entrenador que más títulos había dado al Barcelona en 30 años y eso que solo se quedó tres. Había hecho debutar a Xavi y a Puyol, entre otros.

Se dedicó a dar tumbos y acumular fracasos: todo hasta 2008 que su AZ Alkmaar, algo así como el Deportivo de la Coruña holandés ganó la liga de calle y se plantó en semifinales de la UEFA. Volver a los orígenes. Zu den selbste sachen. Para blindarse de cualquier crítica se declaró a sí mismo un perdedor y un esteta. Eso lo hacemos muchos. El Bayern de Munich lo fichó pese a todo porque sabía que un perdedor que se declara perdedor es un ganador en potencia. Un mentiroso. Ganaron liga y copa. Perdieron la final de la Champions en Madrid. Enfrente tenía a un ganador empeñado en declararse ganador en cada entrevista. Es decir, otro mentiroso.

domingo, 20 de junio de 2010

José Ángel Mañas- Ciudad Rayada


A mí me hacía gracia que saliera el Festimad. Que un proyecto de bakaladero pastillero traficante ni-ni enamorado de una niña de 14 años con ese punto de matón de discoteca se colara completamente borracho y drogado en Móstoles, en el que era el sagrado recinto de los indies más rockeros. El pop quedaba en Benicassim. La mayoría de expertos te dice lo contrario, que los libros no pueden contener referencias temporales muy precisas a eventos pasajeros. La razón está clara: cualquier chaval de 20 años que lea ahora "Ciudad rayada" no sabrá de qué demonios le está hablando Mañas.

Sin embargo a mí esas referencias generacionales me gustan y las utilizo y me gustaba leérselas a Mañas porque, sí, lo reconozco, yo fui un ávido lector de Mañas, al menos de sus cuatro primeros libros y lo disfruté como una post-adolescente atormentada disfruta de Lucía Etxebarría. Literatura de machitos pasotas y nihilistas. Lo que aspirábamos a ser con 20 años.

Mañas escribía peor de lo que él creía y mejor de lo que los críticos publicaban. No cayó bien en ningún momento. Tuvo un primer intento de literatura seria, con aquel "Soy un escritor frustrado" que quedó en el cajón y se acabó convirtiendo en su tercer libro publicado. Antes, el fenómeno Kronen y "Mensaka". Para mí, había una evolución en todo aquello: no me sentí nada representado por la gente del Kronen, un montón de topicazos resaltados aún más por la pésima adaptación al cine de Armendariz. Me gustaron más la estructura y los personajes de "Mensaka" y me pareció que volaba por fin sin clichés y velocidad punta en "Ciudad rayada".

Aquella, en parte, sí era mi ciudad. O podía serlo.

Fue el inicio del fin. A partir de ahí, Mañas repitió la misma fórmula: borrachera-sexo-borrachera-tráfico de drogas-borrachera-pelea-borrachera-desencanto en la siguiente novela y todo el mundo se levantó indignado como en un concierto de Berthe Trèpat y abandonó la sala. No puedo decir que no intentara imitarle en algún momento. No puedo negar que, en mis fantasías de crítico juvenil, le llegué a juntar con Loriga como si fueran la misma cosa. Y con Bret Easton Ellis. Leí "Historias del Kronen" antes de "Menos que cero" y por lo tanto tardé un par de años en darme cuenta del plagio. Y no porque no diera pistas con aquellos Patrickbeitman y sus Americansaico.

Planeamos el guión de una película que nunca llegamos a hacer: "Historias del Jazz". Era uno de nuestros bares, el Jazz Madrid, cerrado desde hace años. La primera escena era un anochecer y la última un amanecer de verano. Era una película muy triste y nada moral. De cámara en mano. 1995.

martes, 15 de junio de 2010

Thank you, for the roses



Pasaba los veranos y algunas fiestas en Santander porque ahí vivía mi padre. Suspendí matemáticas dos años seguidos y eso me costó dos agostos encerrado en su casa, fabricando integrales como churros y alternando nubes y claros. Nuestra playa era El Puntal, en el barquito escuchaba Soundgarden, cuando volvía a casa preguntaba si había recibido alguna carta. Me volví un escritor compulsivo.

En el camino, es decir, en las seis o siete horas de autobús, depende de cuánta nieble hubiera sobre el Escudo, repasaba mentalmente mi relación con Matilde Urbach, como si me pusiera a mí mismo un documental para dormirme. Eso, y "Worst case scenario", de dEUS, una cinta que me había grabado mi hermano. En España casi nadie conocía a dEUS, aún no habían dado el salto. Si Simón tenía su disco era porque les había escuchado en Reading, creo. Era un disco de violines y dobles voces, que pasaba por diversos estilos realmente raros y resultaba excelente en el pop más saltarín -Suds and soda- y en la balada más triste, Hotellounge.

Do you see that man, in the left hand corner? Do you see that woman? Their love story is famous...

En las fiestas de Zabaleta gritábamos "Friday, friday" y nos disfrazábamos de brujas y vampiros. Se disfrazaban. Yo siempre fui un adolescente muy sobrio, a veces pienso que siempre he tenido 30 años; que siempre tendré 30 años. Coleccionamos conciertos: recuerdo el de presentación de su segundo disco en una sala que ya no debe de existir porque ni siquiera sé cómo se llamaba. Quedaba por Narváez o algo así. Antes les habíamos visto en El Sol.

El segundo disco era distinto del primero. Menos experimental, diría yo. Más pop, mucho más pop. Empezaba con un "ua-ua" que es una manera maravillosa de empezar cualquier cosa y casi una hora después terminaba con una canción rencorosa. Ya saben lo mío con las canciones rencorosas y si no lo saben, repasen. Rose said, quote, my time is coming at last... ugly things, through my mind they have passed. Una canción inquietante, desde luego, que va creciendo en intensidad y angustia, desde la línea de bajo del principio a un estallido de baterías y punteos coincidiendo con el coro final: Rosie don´t mind where she´s been, she´s been mine, she´s been blind all this time; she don´t mind, she´s been blind, she´s been mine, she says: "Thank you, for the roses, for the roses, for the roses".


Me gustaba la idea de una psicópata dando las gracias. Estética, de nuevo. Formalidad, poca, pero que dure. Me quedé con la frase hecha: "Gracias por las rosas", que venía a ser una especie de "gracias por nada" a mi modo de ver. El tercer disco me pilló en Toulouse, casi nadie lo escuchó; a mí me encantaba otra canción inquietante llamada "Sister Dew" y sobre todo una triste y bonita y nada pegajosa con cambio final a un riff compulsivo-obsesivo, "Instant Street", que a mí me recordaba a la Chica Langosta y a Nietzsche por partes iguales porque yo, señores, tuve una post-adolescencia muy difícil y por eso hay que quererme mucho. O no quererme en absoluto.

El caso es que yo compré el disco en la FNAC de Toulouse, escuché mil veces aquel this time I´ll go for instant street, this world is a soulless excuse for all abuse and parenthesis, y muchos años después encontré en Valencia a una chica que decía ser la fan número uno del grupo con una sonrisa improbable. Obviamente, no sabía de qué estaba hablando. De todas maneras, me enamoré de ella. Cuando se despertaba, me ponía canciones de Los Piratas.

viernes, 11 de junio de 2010

VIP Noche



Las diferencias entre José Luis Moreno y Emilio Aragón. Moreno, con su engolada sonrisa y su histérica sobriedad, sus chicos y chicas monas en las distintas casillas y su ristra de adjetivos acabados en gritito. Aragón, aún todavía Milikito para la mayoría, pese a "En vivo y en directo", con zapatillas, gafas, peinado a lo Parker Lewis Nunca Pierde y un sentido del humor y el negocio envidiables.

Lo que empezó como un juego, antes de comer, tipo 3x4 o algo así, el concursante es lo que importa y el famoso se limita a hacerle una pregunta y sonreir estrepitosamente, se convirtió en un espectáculo de dos horas y pico que llegaba casi a la madrugada. En una franquicia: al VIP normal se le unió el VIP Noche y como mínimo, que recuerde, el VIP Guay los sábados por la tarde, con una chica morena y otra rubia que iban de malotas con patines. La adolescencia es una cosa terrible.

Yo me enganché a los dos últimos. Sinceramente, del VIP diario no me acuerdo, probablemente me pillara en el Ramiro de Maeztu. El VIP Guay lo veía por una cuestión de edad. Era mi generación, por mucho que me pese. Los niños repelentes de entonces son los teleoperadores de hoy. Seguro que alguna chica me gustaba, además. Pero, sobre todo, yo era del VIP Noche. De Emilio Aragón y Belén Rueda. Me molestaba el Cacao Maravillao y la risita de Loreto Valverde incluso en aquellos tiempos en los que Loreto Valverde era un pedazo de pibón.

Veía el programa por los invitados. Emilio Aragón se dio cuenta de que ahí el concursante no importaba nada y que el concurso además era una porquería, así que convirtió todo en una especie de club de la comedia. Las mejores noches eran las que invitaba a Gomaespuma. Llegó un momento en el que todos eran humoristas y no había ningún orden. Se subían y se bajaban de sus casillas, hacían el idiota, pasaban de todo tipo de guión y orden y al presentador parecía darle igual; es más, lo fomentaba. Pensándolo ahora, probablemente todo ese desorden estaba perfectamente ordenado, pero, entonces, 13-14 años, estaba dispuesto a creerme cualquier cosa.

Luego estaban los sketches. Recuerdo uno de un tipo que hacía versiones de los Beatles. Era todo muy noventero, casi ochentero, muy, muy pueril, muy Xuxa y "Te huelen los pies": el tipo en cuestión decía haber compuesto "Michelle, jo-der" y "She loves you, yeah, yeah, yeah (joder, no te cuelgues). No tenía ni puta gracia pero veinte años aún me acuerdo así que funcionar, funcionaba. Puede que VIP Noche fuera el primer exitazo de Telecinco como cadena. Mané y su tupé imposible. El maravilloso "Lo dudo mucho". Antes y después del Tutti Frutti y sus Mamaciccio.

lunes, 7 de junio de 2010

PC Fútbol


Mi hermano y yo nos fuimos a Alcobendas o a San Sebastián de los Reyes, no recuerdo bien. Teníamos 17 ó 18 años y llevábamos esperando la salida del juego desde el verano. No nos merecíamos eso. No nos merecíamos un CD Rom en mal estado que el ordenador no podía ni leer. Fuimos a Dinamic y se lo explicamos a los señores que mandaban. Nos dieron uno nuevo y volvieron las palpitaciones, la ansiedad, el entusiasmo silencioso del niño pequeño.

Grunges de mierda.

No sé si era el PC Fútbol o el PC Calcio. Para ser honestos, mi hermano y yo jugábamos a los dos e incluso al PC Apertura, cuando lo sacaron. Era un juego modestísimo, todo basado en la táctica y con un simulador lamentable. El mérito consistía en fichar bien y barato y saber colocar a los jugadores en el campo. Era, además, bastante democrático, es decir, si te lo currabas lo suficiente podías ganar la liga con el Racing o el Athletic de Bilbao o hacer que el Hércules y el Udinese fueran los paradigmas del juego espectáculo.

Gracias a Dinamic nos aprendimos todos los jugadores de la liga y los extranjeros. Cuando un equipo fichaba a alguien nosotros ya sabíamos si iba a funcionar o no y en qué posición debería jugar. Lo mejor eran las pretemporadas, todo aquel movimiento de mercado, secretario técnico, ojeador de juveniles, intercambio de cromos. Pusimos nuestras propias reglas al capitalismo salvaje: limitamos los fichajes entre nuestros equipos para que el pez grande no se comiera al chico y hacíamos un draft manual al principio de temporada para que la cosa no se desequilibrara demasiado.

Cada año, más o menos, se colgaba el sistema y todo lo hecho no servía para nada.

Gané un montón de ligas con la Lazio -Marchegiani, Favalli, Nesta, Negro, Signori, Nedved, Protti, Casiraghi, Fuser...- y mi hermano se llevó alguna con el Parma. A mí se me daba mejor el fútbol y a él se le daba mejor el baloncesto -Lakers vs Celtics, reedición continua de los años 1988/89 en sucesivas temporadas hasta que apareció el NBA Live-. Llegó el momento en el que para evitar piques dejamos de jugar nuestros propios partidos. Nos sentábamos y los veíamos.

A nuestras novias eso les encantaba. Sabían que perdíamos media vida delante de un ordenador pero no sabían que la perdíamos mirando el ordenador, ni siquiera aporreando el teclado. Se quedaban ahí, entre la risa y el llanto, sin entender nada o sin querer entenderlo, que no es lo mismo.

Comentaban Michael Robinson y Carlos Martínez. Creo que hicieron una versión con Joaquín Ramos Marcos también, puede que me lo esté inventando. Nos sabíamos todas las frases hechas, por supuesto, y las aplicábamos a la vida real. Casi todo lo que sé de los hombres lo aprendí del fútbol, creo que esa frase es de Albert Camus, pero puede que también me la esté inventando, tengo un día de lo más imaginativo. Los lunes por la noche le pedía a mi madre que me grabara "Fiebre de fútbol" en VHS. Los martes recogía la cinta y me pasaba la tarde en casa estudiando los partidos del Piacenza y el Southampton de Matt Le Tissier.

Mi hermano no necesitaba vídeo. Tenía Canal Satélite Digital en su casa. Siempre se negó, eso sí, a utilizar la tarjeta pirata.

Un año sacaron la llamada "liga promanager", que consistía en coger un equipo en 2ªB y ascenderlo poco a poco o ir aceptando ofertas de equipos más importantes. Era un juego algo solitario y demasiado sencilla. Fui campeón de Europa con el Villarreal y el Leganés. Luego me di cuenta de que casi todos mis amigos también lo habían sido. El Madrid nunca llamó a mi puerta. Tampoco el Barcelona. Como mucho, el Rácing de Santander. Allá donde fuera, siempre me acompañaba Fernando Sales.

jueves, 3 de junio de 2010

Veruca Salt


A mí me recordaban a los Pixies porque no había escuchado a las Amps. A la Chica Langosta le recordaban a las Amps y a los dos nos recordaban un poco a las Breeders: es decir, un bajo potente y canciones facilonas pop con algún solo de guitarra herencia del post-punk. Hacer de Kim Deal pero sin Kim Deal. El nombre era impronunciable, sacado de "Charlie y la fábrica de chocolate": Veruca Salt. Cuando le preguntabas a alguien si conocía a Veruca Salt, siempre entendía Luz Casal. Cómo culparles.

Estuvimos en un concierto en Aqualung. 1995, supongo, como casi todo en nuestras vidas. La cantante se tiró desde el escenario e hizo el clásico dejarse llevar a lo Michael Stipe en "Drive", mirando al techo, pasando de mano en mano hasta acabar volviendo allí arriba. Sinceramente, más de uno se puso las botas. Menuda era la cantante de Veruca Salt.

Su primer disco se llamaba "American thighs" y era impresionante. Sigue siendo impresionante. Lo tenía en una cinta, grabado. No recuerdo la cara B, es raro. Por ejemplo, recuerdo perfectamente que el "Suede" de Suede y el "Foo Fighters" de Foo Fighters estaban en una misma cassette, pero con Veruca Salt me pierdo. Puede que, precisamente, la otra cara fuera el "Automatic for the people". Tendría sentido.

A lo que íbamos, a mí al principio la que me gustaba se llamaba "25" y eso que por aquella época los 25 me resultaban lejanísimos, casi imposibles y sentía mucho más afinidad por los "21" de los Cranberries. La letra decía "You can bend me, shape me anyway you want to" o al menos eso entendía yo. La chica langosta entendía "You can´t bend me, shape me anyway you want to". En mi canción, la cantante se abandonaba. En su canción, la cantante se resistía. No creo en las casualidades.

Eso fue al principio, en cualquier caso. Luego "Wolf", "Seether" y sobre todo "Get it back", con su aire misterioso y una canción sobre persianas -"be my blind, be it all the time"-. Por mi cumpleaños, ya en 1996, los chicos me regalaron un EP con cuatro canciones, incluyendo "Shimmer like a girl", que, por supuesto, es una canción rencorosa e incluso violenta y desgarrada porque parecerse a los Pixies también implica eso.

Por entonces, yo estaba intentando seducir a una chica en pleno ataque de melancolía. Le escribía la letra de "Twinstar": "Breathing, when all I wanna do is drown, you keep on breathing, and I keep on sinking down". En la metáfora, la que se hundía era ella y el que se empeñaba en no ver lo que pasaba y seguir respirando como si nada era yo. You want to lift me up but you don´t know and you don´t see I´m stuck in my ways.

Seduje a la chica, aunque quede mal decirlo. A mí me suena mal. Lo contrario, decir "no conseguí seducir a la chica" me suena bien. Estéticamente, digo. Pero uno no puede perder siempre, eso lo saben hasta en Montecarlo. Seduje a la chica y Veruca Salt sacó un segundo disco llamado "Eight arms to hold you" que era el título que los Beatles le iban a dar a uno de sus discos y no recuerdo cuál. El disco tenía dos canciones impresionantes: "Volcano girls" y la citada "Shimmer like a girl". Un incio rockero y batallador. Chicks on speed. El resto defraudaba mucho, demasiado.

Supongo que sacaron más discos pero yo no me enteré. Igual, algún día, las invitan al Primavera Sound para tocar con Pavement.