miércoles, 8 de diciembre de 2010

Caro Diario



A la gente le aburría la escena de Moretti con la Vespa por toda Roma. La gente es muy impaciente y eso que ni siquiera estábamos en esta época de combustión espontánea donde cualquier cosa tiene cinco segundos para demostrar lo que vale. Love it or leave it. Si les soy sincero, a mí también me aburría esa escena. La perdonaba por el baile a ritmo de Juan Luis Guerra y porque Roma es muy bonita, hay que reconocerlo. Yo era muy fan del capítulo de los médicos, como buen hipocondríaco. Me parece que el capítulo de "Caro diario" sobre los médicos es el mejor reportaje sobre medicina práctica que he visto en mi vida.

Por supuesto, también me gustaba el segundo capítulo porque anunciaba cosas. Moretti a veces se empeña en lanzar grandes mensajes fallidos pero acierta en lo que parecen pequeños detalles. De entrada, la dictadura de los niños que cogen teléfonos. Aquello era fantástico: centenares de adultos incomunicados porque los niños habían tomado las riendas de sus vidas. Niños tomando las decisiones de hombres y tratados con veneración y respeto. La cosa ha ido a peor, no sé si en Italia, pero desde luego aquí, donde la infantilización en general es el principal rasgo de la sociedad, desde el niño dictador al presidente que razona como Mafalda, es decir, Mafalda como fin y no como medio, que es lo que pretendía Quino.

También estaba la televisión y su relación con el mundo de la cultura. Aquel solitario bohemio entrado ya en los cincuenta que acaba enganchado a un serial americano hasta el punto que perderse un episodio acaba siendo un desastre. Quiten "televisión" y pongan "Facebook" o "Twitter". Nos hemos convertido en nuestros propios seriales y vivimos atrapados en la vaselina. En cualquier otro caso, el moralismo me hubiera repateado, mucho más el moralismo acertado. A nadie le gusta que le señalen sus vergüenzas, pero Moretti lo hacía con gracia, como si estuviera señalando a cualquier otra parte.

Y aquellos médicos chinos. Y aquel rey de los dermatólogos. Si yo les contara...

En fin, Moretti para muchos era una estrella política, sobre todo después de "Aprile" y para mí simplemente era un amigo con el que hacernos unas risas aunque no siempre pensara lo mismo que él. Me gustaba su tono Woody Allen, que permite la disidencia, es decir, que no te obliga a que sufras con él, a que te indignes con él, a que te rías con él sino que deja espacio para no tomarle en serio. Como Ken Loach pero justo al revés. Por eso nunca me gustó Ken Loach.

Pero sí Moretti.

En 1992 empecé un diario y lo acabé en 1996. Era compulsivamente puntual. Más o menos como ahora.

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