lunes, 5 de julio de 2010

Abierto hasta el amanecer



A mí me encantaba Tarantino y no tanto Robert Rodríguez. Me encantaba como director, claro, pero también como actor: sus apariciones más o menos fugaces en "Reservoir Dogs" y "Pulp Fiction" prometían grandes cosas. En "Abierto hasta el amanecer" hacía pareja con George Clooney, justo en la primera película que Clooney hizo mínimamente en serio, hasta entonces solo era un guaperas de la tele salido casi de la nada. Los dos estaban soberbios.

Vimos la película a principios de verano de 1996. Sesión de noche. No de madrugada, de noche. Al día siguiente nos íbamos de acampada y yo estaba dispuesto a que mi vida cambiara. Acababa de leer a Carver, en definitiva.

La primera parte era soberbia, aquella historia de dos hermanos delincuentes: el asesino bueno y el asesino malo, la clase de Clooney y la mirada desquiciada de Tarantino. Juliette Lewis encerrada en una caravana con Hervey Keitel haciendo de padre y sorteando controles policiales. La tensión y los diálogos rápidos, directos. Luego la cosa decaía porque "la cosa" pasaba a manos de Robert Rodríguez y se convertía sin más en una película de vampiros.

Algunas cosas sobre Robert Rodríguez: vi "El mariachi" en su momento, 1993 creo, y me dejó completamente frío. Probé de nuevo con "Desperado" y, aun apreciando la fantasía, me pareció una chorrada. De hecho, no me reconcilié con Rodríguez hasta "Planet Terror", más de diez años después. Tuvimos una entrevista en el Hotel Ritz de Madrid: él llevaba un gorro de vaquero, botas con espuela y no paraba de comer patatas fritas con ketchup.

Lo dicho: la parte de Robert Rodríguez se limitaba a Salma Hayek bailando con serpientes y un montón de tiros y chistes fronterizos. Más de lo mismo. Mató a Tarantino al poco de empezar y convirtió aquello en una sangría de serie B. Me imagino lo bien que se lo pasaron haciéndolo. No les culpo. Para la historia ha pasado el baile y la sugerente balada country-chicana que la acompañaba. Ni rastro de Clooney ni de caravanas ni de sonrisas pervertidas. Nada de niñas malas buscando aventuras.

Por las noches veía "Amor a quemarropa" en versión original y me preguntaba por qué, en el fondo, todas las películas de Tarantino tenían un punto tan triste.