Aparte de las canciones rencorosas me gustan las canciones reivindicativas. Reivindicativas del ego, me refiero. No es ninguna casualidad que me pase el día tarareando "All these things I´ve done" de los Killers. Creo que ya he mencionado antes que el cambio del Instituto a la Universidad -1995/96- supuso para mí una especie de cataclismo estético. Ya no sabía qué se esperaba de mí. El grunge había muerto y el brit pop -la nueva ola de la nueva ola- se había instalado tan cómodamente que ya cabía esperar poco más de ellos -aunque quedaba dEUS, por supuesto, y Supergrass, y los conciertos en salas improbables-.
Yo me guiaba, como casi siempre, por mi hermano, así que supongo que a mi hermano le gustaba Prodigy. Desde luego le gustaban los Chemical Brothers y sé que visto en perspectiva una cosa no tiene nada que ver con la otra, pero a mí en aquel momento, toda esa música dance me parecía lo mismo. Eso hasta "Firestarter". Me encantó "Firestarter". Me encantó la arrogancia del "I´m a firestarter, terrific firestarter". Canciones arrogantes, más que reivindicativas, ese es el adjetivo que no encontraba al principio.
En fin, yo desde luego no iba a ser un matón ni me iba a meter en una pelea pero podía fingirlo. Podía fingir que en algún momento establecería mi línea recta a lo Richard Ashcroft en "Bittersweet symphony" y me limitaría a golpear como un kamikaze a cualquiera que se pusiera en mi camino. Nada personal. Podía fingir ser el cantante de Prodigy aunque nunca me atreviera a serlo, y probablemente por ello compré aquel disco, "The fat of the land", con el escorpión en la portada. Aquel comienzo demoledor, "Smack my bitch up" e inmediatamente después, el teclado y las distorsiones de "Breathe the pressure".
Verano-otoño de 1997. Yo vivía en casa solo por unas razones muy desagradables. Tenía 20 años recién cumplidos y no sabía si hacía las cosas bien. Las cosas, sinceramente, se habían complicado mucho y de nuevo no sé qué se esperaba de mí. No sé lo que yo esperaba de mí. Cuando me venía abajo, cuando me entraban las dudas ponía la canción: "Breathe the pressure, come play my game, inhale, inhale, inhale...". Había que aguantar la presión. La vida, durante muchos años, quizá siempre pero eso no lo sé porque solo he vivido muchos años, nunca he vivido "siempre" consiste en eso: en aguantar la presión y los juegos. Saber responder, esto es, ser responsable.
Era como si tuviera que demostrarle algo a él más que a mí o a mi familia. Era el reto: claro que acepto el juego, claro que aguanto la presión, claro que la podía sentir y claro que estaba dispuesto a disfrutarla incluso -yo, por entonces, se me olvidó mencionarlo, era nietzscheano-. Lo que no me mata me hace aun si cabe más fuerte.
Luego resultó que no era verdad, pero eso no importa. Las canciones no hablan de la verdad ni la mentira. Proponen universos, eso es todo. Tú te metes y luego ya ves. Si quieren resultados, fichen a Mourinho.
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