Me metí en un taller de teatro cuando estaba en el instituto. Fue muy de película americana de adolescentes, les explico: una tipa entró en clase y nos explicó que estaba organizando unas representaciones en inglés y que necesitaba chicos y chicas interesados en la actuación y que hablaran razonablemente bien el idioma con la idea de interpretar "Macbeth", de Shakespeare. Los voluntarios solo tenían que levantar la mano y pasarse después de las clases, a eso de las 5, por un aula determinada.
A mí la interpretación no me interesaba nada, por supuesto, ni el inglés, ni mucho menos Shakespeare. Pero la Chica Langosta me encantaba, y ahí estaba ella, tímida e indecisa, levantando su manita de quinceañera junto a la de su mejor amiga, las dos entusiasmadas ante la idea, así que convencí rápidamente a mi propio mejor amigo y los dos levantamos a su vez la mano, junto a otros dos o tres compañeros que no recuerdo siquiera y a la lista que fuimos.
Cuando llegamos, a las cinco, mi amigo autoconvencido de que aquello podía estar bien y yo ansioso por encontrarme a la Chica Langosta y protagonizar con ella la escena del sofá, resultó que no estaban ninguna de las dos. Se lo habían pensado y no, mejor no iban. ¡Mujeres! Y, claro, ya no era momento de andar rindiéndose y aceptando la derrota, así que tiramos para adelante. Mi amigo hizo de Ross y yo hice de Angus, éramos lores ingleses y se nos daba la mar de bien. Nos enamoramos de la apuntadora, lo mejor con diferencia de la obra, y ensayamos en un teatro enorme, verdaderamente enorme, vestidos de siglo XII y con los altibajos de entusiasmo y depresión típicos de todo actor y más del actor adolescente.
Los ensayos se hacían eternos. No es fácil mantener la concentración con 15 años un sábado por la mañana o un jueves a las 8 de la tarde. Seguíamos por un vago sentido del deber, pero nos costaba. Al menos teníamos texto y eso era algo. Creo que Angus un poco más que Ross. Éramos unos culos inquietos. Nos dedicábamos a saltar por el escenario de madera y a molestar a la gente. Imitábamos todo el rato nuestro vídeo favorito: "Give it away" de los Red Hot Chili Peppers, que básicamente consistía en los cuatro o cinco miembros de la banda haciendo el cabra sin sentido aparente.
El vídeo lo habíamos visto en casa de Christian y nos entusiasmó. Yo lo llegué a grabar de la MTV y me aprendí la letra de memoria. Aún hoy, cuando suena en algún bar -no es lo habitual, pero a veces sucede- puedo recitar de la primera palabra a la última, como me pasa con el "Ice ice baby" de Vanilla Ice. Mis parecidos con Rain Man, si se fijan, a veces son sorprendentes.
Éramos fans de la canción pero no del grupo, es decir, no teníamos ningún disco del grupo ni ganas de tenerlo, la verdad. Había una canción ñoña, que se llamaba "Under the bridge" y no estaba mal y una referencia vaga en el libro "Héroes", de Ray Loriga, solo que, al menos en la edición de Plaza y Janés, Ray hablaba de los "Red Hot AND Chili Peppers", que quedaba fatal, porque si vas a citar en plan guay, pues cita correctamente.
Para mí, todo ese rollo rock-metalero era un poco lo mismo. Luego ya he descubierto que no, así que no me frían a comentarios, pero ahora hablamos del quinceañero con capa de tuno que hacía de lord inglés en sus tardes libres mientras le ponía ojos a la apuntadora -probablemente piscis o como mínimo géminis-. Ese quinceañero veía en dos dimensiones a AC/DC, Metallica, Alice Cooper, Aerosmith, Motley Crue o los Red Hot Chili Peppers. Odiaba a Guns N´Roses, pero por una cuestión estética. Apenas conocía a Nirvana todavía y desde luego no sabía nada de Pearl Jam ni de Stone Temple Pilots ni Soundgarden.
En vacaciones, mi amigo y yo nos fuimos a Cuenca. Conseguí que le gustara una canción de U2, en concreto "Numb", y en un bar con video-juke box poníamos el clip de una chica llamada Vanessa que le decía a Valentín que le gustaría comérselo a besos. Casi quince años después, entrevisté a la chica en Subterfuge, había cambiado las dos eses por dos equis y el pop blandenguísimo por el hip hop. Yo, en lo esencial, seguía siendo el mismo.
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