miércoles, 20 de octubre de 2010

Miguel Ángel Blanco


Recuerdo pasar la noche entera escuchando la SER. No tenían previsto un especial pero el especial se los llevó por delante. Era uno de esos programas de llamadas desoladas que se empezaban a poner de moda. No creo que fuera "Hablar por hablar" porque era un domingo y desde luego la chica no era Gemma Nierga. Sería cualquier otra cosa. Todas las llamadas eran sobre Miguel Ángel Blanco, deseando que se recuperara, dándole ánimos, pidiendo soluciones pero sobre todo mostrando cariño. Pocas veces hemos estado todos tan juntos, absolutamente todos.

Miguel Ángel no estaba muerto. Estaba en estado crítico en un hospital de Guipúzcoa. Nos lo recordaban los servicios informativos cada hora, junto a alguna declaración ad-hoc. Era nuestro Miguel Ángel, un chico que no llegaba a 30 años, hijo de inmigrantes gallegos, miembro de una banda de rock con una novia guapísima que no hacía más que derrumbarse. Todos se derrumbaban menos la hermana. Vivimos el ultimátum de 48 horas como nuestro ultimátum: las concentraciones del viernes, las manifestaciones del sábado, la larga espera del domingo por la mañana. Todos los presos de ETA tenían que estar en cárceles vascas a la hora de comer o el chico moriría. Matones de serie B.

Hablábamos de ello todo el rato. Yo lo hablaba con T., con mi madre, con mi abuela... no solo era indignación, era un punto de incredulidad, de decir: "Venga, es imposible, está todo el mundo en la calle, no pueden atreverse a matarlo". Pero se atrevieron. A eso de las 4 saltó la noticia: han encontrado un cuerpo con una bala en la cabeza en un bosque. Aten cabos. La última imagen de Miguel Ángel vivo es un Miguel Ángel entubado e inconsciente entrando en camilla. Una de esas imágenes furtivas que acaban pasando a la historia.



Pero no había muerto, aún no había muerto y pasaban los boletines horarios y la indignación -ahora sí, declarada- de las llamadas y la solidaridad por una vez de los nacionalistas, casi sin excepciones, y los gritos al viento de los no nacionalistas, hartos de funerales y de entierros y de tiros en la nuca. El programa se alargó todo lo que hizo falta. A eso de las 5 y algo, Miguel Ángel Blanco se murió. En parte, fue un alivio, pero desde luego fue una derrota. Una de esas cosas que aún trece años después te llenan los ojos de lágrimas de impotencia y rabia y te preguntas cómo es posible que nadie hiciera ninguna salvajada.

Diario 16 tituló "Hijos de puta". A mí me pareció algo incorrecto y poco periodístico, pero reflejaba bastante bien el pensamiento mayoritario. Bajé de la Sierra para ir solo a la manifestación de Madrid. Me asombra recordar cuánta gente iba sola, con la mirada ausente, sin saber muy bien qué esperar. Por supuesto, no esperábamos nada, absolutamente nada, quizá que los ertzainas se siguieran quitando los pasamontañas en señal de libertad o que los lehendakaris mantuvieran sus promesas de aislar por completo a los "violentos", el eufemismo preferido en el País Vasco. No esperábamos mucho más, pero pronto descubrimos que era demasiado: exactamente un año después, Arzalluz y Otegi, sonrientes, firmaban el Pacto de Lizarra.

miércoles, 13 de octubre de 2010

El tiburón/el venao



Uno no puede hablar de su postadolescencia noventera y obviar el "Caribe Mix" y sus sucedáneos de verano. Yo creo que con los años se han ido cargando el verano musical o más bien lo han ido colapsando de sexo explícito. Apenas hay sitio para las sutilezas y con "sutilezas" no me refiero a Georgie Dann hablando de atributos raciales sino a determinadas metáforas.

Veamos, la cosa empezó en 1995 con "El tiburón", de Proyecto Uno. A esa edad, yo iba a discotecas y aunque decía que iba a bailar, por supuesto la idea de "conseguirme una fresca" no me disgustaba en absoluto. El problema eran "los profesionales". En toda discoteca o en toda fiesta, en general, te acabas encontrando con "profesionales" del ligoteo que saben siempre lo que decir y lo que hacer y que se van a acabar llevando a tu chica porque se la merecen, simplemente son mejores. Revolotean por ahí, ves la aleta asomarse y sabes que la presa está perdida, mejor búscate otra zona de pesca.

Oh, my God, ese tiburón no es fácil...

Lo único realmente irritante de esa canción era el "No pares, sigue, sigue" que era un preludio del molestísimo "Follow the leader, leader, leader" de años después. Lo demás se lo perdono, incluso el "un poquito más suave/un poquito más duro" más que nada porque era todo un disparate y los disparates me encantan. Aunque, efectivamente, ahora que lo pienso, sutil era lo justo.



Visto el éxito de Proyecto Uno, al año siguiente, Wilfredo Vargas (y varios otros) lo intentaron con otro animal entrañable: "El venao". A mí el tipo me daba mucha pena. Igual que el tiburón era un vencedor prepotente, este hombre era de una ternura desoladora. El pobre hombre todo enamorado, cornudo y además apaleado. Todos los amigos allí detrás dejándoselo claro y él, don erre que erre, creyendo la explicación de la chica.

En Malasaña, fiestas del PCE, etcétera, la bailábamos como debía ser, llevándonos las manos a la cabeza y haciendo el gesto de los cuernos. Había algo cómico y a la vez trágico en la canción, incluyendo un castellano muy improbable. Al año siguiente esperábamos algo parecido: bailongo, real como la vida misma y con altas dosis de cinismo. Sin embargo nos encontramos a Raúl o algo así y ya nos vinimos abajo.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Ay, qué calor



Veíamos porno codificado. Todos lo veíamos. Entornando los ojos o no, masturbándonos o no. Los recuerdos de mi primera película porno en Canal Plus ya en abierto son recuerdos de madrugada prohibida y baño recién pintado. Estábamos de obras en casa, yo dormía en el cuarto de la televisión. Las cadenas privadas nos habían golpeado directamente en el corazón: tetas y fútbol. Imaginábamos posturas -en los recreos se oían auténticas barbaridades sobre la anatomía femenina y el concepto de "vagina"- e imaginábamos goles en Atocha y Las Gaunas. Retiren la llave, decían, como si la realidad no existiera.

Recuerdo "Ay, qué calor" como uno de los primeros escándalos. Ahora sería un programa inocente, tan inocente que nadie lo vería. Ahora, cualquiera Lapiedra enseña las tetas en prime-time y anuncia su puticlub sin problemas pero en 1991 no era tan fácil. Hasta donde yo me acuerdo, "Ay, qué calor" era un concurso que copiaba la estética italiana: un presentador feo y una co-presentadora modelo, en este caso, Luis Cantero y la jovencísima Eva Pedraza. En medio, supongo que alguien quería ganar algo acertando preguntas o haciendo el ganso y unas muchachas probablemente también italianas cantaban "chin-chin, chin-chin, ven a jugar conmigo; chin-chin, chin-chin, seremos muy amigos", se abrían el corsé o lo que fuera y enseñaban su buen par de tetas latinas.

El sueño de Bigas Luna.

En fin, piensen en ello: teníamos 13 años y esas chicas nos decían esas cosas a nosotros los pajeros de noche. ¿Cómo no pensar que de mayores todo sería así? Te harías muy amigo de chicas semidesnudas dispuestas a enseñarte las tetas de la manera más gratuita del mundo y sin codificaciones de por medio. Aquello era una receta para la frustración post-adolescente, por supuesto, esos pechos jamás llegaron.

Uno se acuerda de la televisión de los 80 y le parece un paraíso de la cultura y el entrenimiento intelectual porque existió la televisión de los 90. Sin la televisión de los 90 como elemento de comparación todo ese rollo "qué-buena-era-la-bola-de-cristal-y-cuánto-aprendían-los-niños" quedaría en nada. De hecho, visto en perspectiva, la televisión de antes de las Mamaciccio, las chicas Chin-chin, José Luis Moreno, los focos derruidos y los trajes rancios de Antena 3 TV y las rayas prometedoras de Canal Plus, sería irreconocible para cualquier chaval que ahora tenga 15-20 años.

Como para nosotros los seriales radiofónicos. Un enorme anacronismo. Incluso esa actitud tan cordial de los pibones primonoventeros les resultará sospechosa. Ahora las modelos son estatuas desafiantes e inalcanzables. Everything is broken. Everyone is broken. Why can´t you forget?

lunes, 4 de octubre de 2010

Hole- Live through this



"Live through this", de Hole, fue un disco a la vez oportunista y desgraciado. Oportunista porque salió a la venta días después del suicidio de Kurt Cobain y demasiada gente vio una relación causa-efecto que, efectivamente, pudo provocar un aumento de ventas, pero a la vez tapó por completo la calidad del disco y sus canciones, el talento compositor de Courtney Love, su energía, su rabia...

Yo, que viví el grunge de una manera apasionada a mis 16-17-18 años, siempre pensé que aquel disco era el mejor de todos. Lo sigo pensando. Por supuesto, la carrera en global de Nirvana es superior, Pearl Jam tiene unas cuantas buenas canciones, Sonic Youth abrieron caminos, Soundgarden hizo "Black Hole Sun", que era algo más que un himno, los Stone Temple Pilots nos enredaron en la vaselina, Alice in Chains nos recordaron los 70 y así sucesivamente... pero como disco y como expresión de rabia, "Live through this" me parece incomparable.

Eso nos lleva a la figura de Courtney Love. Difícil de analizar. Se la comparó a menudo con Yoko Ono por razones obvias: temperamento complicado, demasiado control sobre su genial marido, cierto morbo al utilizar al difunto en beneficio propio... pero Yoko Ono no tenía ni la mitad del talento de Courtney. Es una auténtica pena que todo el mundo se fijara en la viuda y nadie en la cantante. Es una pena que la propia cantante se empeñara en asumir el papel de viuda mártir y luego viuda alegre.

No hubo un antes ni un después de "Live through this", eso también es cierto. Quiero decir, no sé si tiene sentido hablar de Hole como grupo o si basta con hablar de este disco. Por supuesto, sé que en 1990 -antes de conocer a Kurt Cobain o justo mientras le conocía- sacaron "Pretty on the inside", pero aquel disco es una excusa punk para llegar a la última canción: un minuto y medio desgarrador que repite slut kiss girl won´t you promise her a smack, is she pretty on the inside, is she pretty from the back? y después el obsesivo mantra there is no power like my pretty power. Probablemente sea una de las mejores canciones de un minuto y medio de la historia.



Pero "Pretty on the inside" era demasiado sucio, demasiado punk. Lo que diferenciaba el grunge del punk era el paso por el pop. El grunge era un punk triste, rabioso, brutal... pero con un punto elegante y sofisticado. "Pretty" no tenía nada de sofisticación, desde luego, igual que "Celebrity Skin" no tenía nada de rabioso ni de brutal y todo era asquerosamente artificial, pero claro, ya eran tiempos de power pop y se tenía que notar.

Hace mucho que no se sabe nada de Courtney Love. Lo último que vi de ella fue un capítulo de Muchachada Nui y dudo que la información fuera muy fiable (guiño, guiño). Creo que todo el mundo debería revisar "Live through this" ahora que nadie se acuerda de quién fue viuda de quién y podemos escuchar con los oídos más limpios. Todas las canciones son buenas. Algunas son magistrales. Las letras son de lo mejor que se ha escuchado en años.

Might last a day, might be forever...