miércoles, 13 de octubre de 2010

El tiburón/el venao



Uno no puede hablar de su postadolescencia noventera y obviar el "Caribe Mix" y sus sucedáneos de verano. Yo creo que con los años se han ido cargando el verano musical o más bien lo han ido colapsando de sexo explícito. Apenas hay sitio para las sutilezas y con "sutilezas" no me refiero a Georgie Dann hablando de atributos raciales sino a determinadas metáforas.

Veamos, la cosa empezó en 1995 con "El tiburón", de Proyecto Uno. A esa edad, yo iba a discotecas y aunque decía que iba a bailar, por supuesto la idea de "conseguirme una fresca" no me disgustaba en absoluto. El problema eran "los profesionales". En toda discoteca o en toda fiesta, en general, te acabas encontrando con "profesionales" del ligoteo que saben siempre lo que decir y lo que hacer y que se van a acabar llevando a tu chica porque se la merecen, simplemente son mejores. Revolotean por ahí, ves la aleta asomarse y sabes que la presa está perdida, mejor búscate otra zona de pesca.

Oh, my God, ese tiburón no es fácil...

Lo único realmente irritante de esa canción era el "No pares, sigue, sigue" que era un preludio del molestísimo "Follow the leader, leader, leader" de años después. Lo demás se lo perdono, incluso el "un poquito más suave/un poquito más duro" más que nada porque era todo un disparate y los disparates me encantan. Aunque, efectivamente, ahora que lo pienso, sutil era lo justo.



Visto el éxito de Proyecto Uno, al año siguiente, Wilfredo Vargas (y varios otros) lo intentaron con otro animal entrañable: "El venao". A mí el tipo me daba mucha pena. Igual que el tiburón era un vencedor prepotente, este hombre era de una ternura desoladora. El pobre hombre todo enamorado, cornudo y además apaleado. Todos los amigos allí detrás dejándoselo claro y él, don erre que erre, creyendo la explicación de la chica.

En Malasaña, fiestas del PCE, etcétera, la bailábamos como debía ser, llevándonos las manos a la cabeza y haciendo el gesto de los cuernos. Había algo cómico y a la vez trágico en la canción, incluyendo un castellano muy improbable. Al año siguiente esperábamos algo parecido: bailongo, real como la vida misma y con altas dosis de cinismo. Sin embargo nos encontramos a Raúl o algo así y ya nos vinimos abajo.

1 comentario:

Rocío dijo...

Los 60 y 70 se llevan de calle a los 90 que lo sepas! jaja
Un saludo