viernes, 19 de febrero de 2010

El día de la bestia



No sólo Kieslowski. Al principio, Kieslowski, claro, pero porque al principio no tienes ni puta idea y te pasas las tardes en el Alphaville o el Renoir viendo películas bosnias y las noches intentando apoyar la cabeza en el hombro de la Chica Langosta mientras veis "Maridos y mujeres" en la fila tres, con la cámara moviéndose todo el rato.

La Chica Langosta y mi torpeza de aspirante a cultureta, mi tendencia ya adolescente a hablar antes de moverme.

- ¿Te importa si apoyo la cabeza...?
- No, mejor no la apoyes.

Recuerdos de un underachiever.

En fin, que por un momento, "Azul", "Blanco" y "Rojo" y lo que hiciera falta. Argentinos: Darío Grandinetti recitando a Benedetti y Federico Luppi, enfadado, como siempre. Fotogramas y Dirigido Por. Luego eso cambió. Yo diría que de repente, porque las fechas casi coinciden. Cambió y empezamos a ir al cine para divertirnos y no para presumir. Recuerdo "Pulp Fiction" en varios cines, versión original y doblada, la música del principio envolviéndote por completo mientras las letras se agrandaban en un naranja amarillento -¿o era un amarillo anaranjado?-. Tarantino. De repente, nos hicimos de Tarantino como nos habíamos hecho del Estudiantes o habíamos decidido odiar al Madrid o soñábamos con votar a Izquierda Unida. Con las vísceras.

Tarantino y sus bandas sonoras. Eran tiempos de bandas sonoras, claro. La voz inquietante del locutor de "Reservoir dogs", la promesa de Neil Diamond pasada por el balbuceo de Urge Overkil, "Girl, you´ll be a woman, soon. Soon, you´ll need a man" (y, al respecto, esto). El gamberrismo pre-power pop de "Clerks", y podríamos hablar mucho de "Clerks" y de "Mallrats" y de peinados noventeros y más camisas de leñador, claro. Blanco y negro y Cines Princesa, justo cuando abrieron los Cines Princesa.

Los primeros chistes sobre Bob el Silencioso, los únicos que realmente merecieron la pena, probablemente.

Pero todo esto nos lleva a otro lado. Nos lleva a una madrugada alcoholizada viendo "Acción mutante" en VHS y a varias tardes de primavera repasando casi plano por plano "El día de la bestia". No habíamos visto nunca una película española así. Nunca. Santiago Segura antes de convertirse en Santiago Segura. Las torres KIO convertidas en templo del demonio. Ahora nos hemos acostumbrado tanto a las torres KIO que trasladamos el debate a los cuatro monstruos de la Ciudad Deportiva, pero hay que recordar que a principios de los 90, las torres KIO no le gustaban a nadie. Eran feas y estaban torcidas y siempre nos quedó la sensación de que se habían quedado sin terminar.

"El día de la bestia", estéticamente, salvó a las Torres KIO y yo me puse a pensar en novelas donde apareciera el luminoso de Schweppes en lo alto del Hotel Capitol. Aquello era otro Madrid. Nuestro Madrid. Nuestro cine. ¡Si hasta empezamos a ver los Goya! Luego, Amenábar y Medem. O a la vez, no lo recuerdo. Diferencias mínimas, en cualquier caso. No abusemos, de momento: "Tesis" y "Tierra" tendrán que aparecer aquí, pero aparecerán más tarde.

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