jueves, 25 de noviembre de 2010

El doblete del Atleti



El gol de Caminero lo marcó Roberto Fresnedoso. Pasa a veces, por ejemplo, el gol de Redondo en Old Trafford lo marcó Raúl. Son jugadas parecidas. El Atlético de Madrid visitaba Barcelona con solo tres puntos de ventaja sobre el equipo de Johan Cruyff y la sensación en el ambiente de que, una vez más, se quedaría a las puertas de la gloria. A escasa distancia acechaba también el Valencia de Luis Aragonés y Pedja Mijatovic.

Caminero recibe en el costado derecho del área barcelonista, pisa la bola para protegerla, amaga con salir por un lado, Nadal se come el amago y se va para la izquierda. Una humillación en toda regla. Se va a línea de fondo, casi directamente a por el árbitro, que tiene que salir huyendo, y centra rasita para que Roberto empuje. No fue el gol decisivo del partido porque después empató Jordi Cruyff y la cosa tuvo que acabar 1-3 con goles de Vizcaíno y Biagini. El Atlético de Madrid es el único equipo del mundo que puede ganar un doblete con goles de Roberto Fresnedoso, Vizcaíno y Biagini, ahora que lo pienso.

El caso es que la jugada no decidió el partido y ni siquiera decidió la liga porque semanas después el Atleti perdió en casa contra el Valencia y se complicó la vida muchísimo, tanto que tuvo que esperar a la última jornada contra el Albacete para proclamarse campeón.

Era un equipo fantástico, con un once tipo que se repetía con pocas variedades: Molina; Geli, Santi, Solozábal, Toni; Vizcaíno, Simeone, Caminero, Pantic; Kiko y Penev. Con los años fueron llegando todo tipo de estrellas como Vieri, Lardín, Juninho, Valerón, Baraja, Hasselbaink... y entre todos consiguieron bajarlo a Segunda División solo cuatro años después del éxito absoluto, la plaza de toros de Las Ventas llena hasta la bandera y los elefantes desfilando por las calles de Madrid en uno de esos alardes circenses del difunto Jesús Gil.

No sé cuántos años hacía que el Atleti no ganaba un título de liga, sí recuerdo dos títulos de Copa seguidos a principios de la década: uno frente al Madrid en el Bernabéu -goles de Futre y Schuster- y otro creo que contra el Mallorca, pero puedo equivocarme.

Parecía un traspaso de poderes: Cruyff había dominado del 90 al 94 y ahora le tocaba a Antic. Once días antes los dos entrenadores se habían vuelto a enfrentar en Zaragoza, final de la Copa del Rey. Un tostón de partido que se decidió en la prórroga con gol de Milinko Pantic de cabeza. A Pantic se le daba de lujo el Barça, el año siguiente le metió cuatro goles en el Camp Nou en otra eliminatoria de Copa pero perdieron igualmente en los últimos minutos, 5-4.

Al final, el doblete del Atleti fue una especie de oasis que dejó varios mitos por el camino. El primero, el propio Pantic, a quien aún se venera en el Calderón con un ramo de flores pegado a uno de los corners. El segundo, diría, ese regate de Caminero en el Camp Nou. Incluso Almodóvar lo sacó en "Carne Trémula". Liberto Rabal -¡Liberto Rabal!- y Javier Bardem pelean en el suelo a muerte, creo que por una mujer, cuando de repente, de reojo, ven la jugada, cantan el gol y se abrazan. Luego siguen peleando.

Para mí, eso es el fútbol.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Más que amigos


Yo me identificaba con Chemita.

Chemita era el feo del grupo de la manera que se puede ser feo en una serie de post-adolescentes, es decir, no siendo escandalosamente guapo y musculoso. Andaba detrás de Paz Vega y Elena Ballesteros de una manera un tanto aleatoria. A la que caiga. Intentaba hacerlas reír y mostraba su inteligencia y ellas se iban con el primer Javi Martín que aparecía por la pantalla.

La idea era muy sencilla pero muy resultona: hay un grupo de veinte-treintañeros más o menos en crisis pero son amigos, muy amigos, amantes en ocasiones, y se juntan en un bar de la Plaza de los Cubos para festejar su amistad y leer el periódico con Iñaki Miramón y Emilio Línder. Junta unos cuantos embarazos, crisis matrimoniales, amores no correspondidos y recuperaciones para septiembre con un verano de piscinas, bikinis y abdominales y tienes la serie ideal para el chico de 20 años que yo era en 1997.

La serie triunfó -hasta cierto punto: empezó como serie veraniega y duró hasta marzo del año siguiente- por los actores. Eran guapos, divertidos y muy buenos. Ya he mencionado a Paz Vega y Elena Ballesteros, debutando en televisión las dos, además teníamos a Alberto San Juan, Melanie Olivares, Ana Risueño -siempre estuve enamorado de Ana Risueño-, Armando del Río, Leire Berrocal y Jordi Bosch, que interpretaba al mencionado y golpeado por la vida Chemita.

Uno se hace mayor el día que se entera de que Elena Ballesteros tiene un hijo y está casada con un amigo tuyo.

Es terrible.

Casi todos han hecho carrera, más o menos exitosa, incluso con coqueteos hollywoodienses. Creo que ahí estaban en su salsa. Soy un firme defensor de los relatos generacionales aunque todas las generaciones tengan los mismos problemas. Entre "Compañeros" y "Física o química" hay una diferencia de grado pero no de modo. De lenguaje y de formas pero no de fondo. Chicas guapas y chicos atractivos. Sueños de una realidad maravillosa y perfecta que no se parece en nada a la que te rodea. "Friends", en una palabra. Toda nuestra generación vivió enamorada de Jennifer Aniston y Courtney Cox y así nos va a todos.

martes, 9 de noviembre de 2010

R.E.M.- Out of time


En 1991 también había premios de la MTV. Los echaban en Antena 3, la vieja Antena 3, y los comentaba José Ramón Pardo. Creo que con eso lo digo todo. Pardo se perdía entre raperos y hiphoperos y primeros grunges desaliñados y manifestaba su estupor porque a REM, en Estados Unidos, "se les llame algo así como Arem". Lean conmigo en inglés las iniciales del grupo y sabrán de qué demonios les estoy hablando. Pardo no fue capaz.

El caso es que aquel fue el año de REM, quienes, efectivamente, arrasaron en aquellos premios y en muchos otros con "Losing my religion". Para nosotros era su primer disco. Para los que sabían algo de música era el séptimo. Como en el colegio yo ya era un excéntrico resultaba que era el único que los escuchaba. Y además me gustaban. Por mi cumpleaños, casi con cierta sorna, me regalaron la cinta entera. Creo que ya había salido por entonces "Shiny happy people" como single. Una canción detestable, por cierto.

Recuerdo escuchar la cinta aquella una vez tras otra en un viejo transistor gris que tenía mi abuela en la cocina. Era nuestra idea de clase media-baja de lo que era un radiocassette. Me resultaba un disco triste y alegre a la vez. Pesimoptimista, que diría Albert Sans. Mi canción favorita se llamaba "Near wild heaven" y a mí me parecía que hablaba de alguien enamorado. Yo tenía 14 años y estaba enamorado hasta las trancas, el primer amor, ya saben, y tarareaba en algo parecido al inglés: "Whenever we hold each other", sin reparar en el "there´s a feeling that´s gone" ni en el "something has gone wrong" porque, sencillamente, no me interesaban.

Michael Stipe era alegre y colorido. Hasta cierto punto me recordaba a un Parker Lewis con problemas de caída de pelo. Luego se hizo más profundo y serio. Y se acostó con Courtney Love, o eso dicen. Le seguí hasta "Automatic for the people", más por "Drive" que por "Man on the moon" -nunca fui de segundos singles- y empecé a abandonarle en "Monster", justo cuando conocí a una chica completamente enamorada de la banda.

Le compré un disco de rarezas en una tienda que no era Doctor CD pero igual estaba cerca de los cines Luna.

Eso fue todo. Una vez, ya por 1996, compré una entrada para un concierto suyo en Las Ventas pero no vinieron. En su lugar tocaron The Cure, junto a Oasis, Belly y Anphetamine Discharge. A mí me dio una insolación o algo parecido a un ataque de ansiedad y me fui a la tercera canción de Robert Smith. No sé a quién se le ocurrió cambiar a REM por The Cure, visto desde la distancia parece una tontería enorme. Lo que queda de todo aquello es el recuerdo de Liam Gallagher escupiendo a las primeras filas.

La chica no estaba mal, tampoco, nos vimos medio año después pero yo ya estaba enamorado de otra.

lunes, 1 de noviembre de 2010

American Beauty



Jugaba con el esperpento, es decir, podía resultar genial y ridícula según la interpretación. Por ejemplo, la escena de la bolsa flotando y el monólogo del chico raro: "(...)Video's a poor excuse, I know. But it helps me remember... and I need to remember... Sometimes there's so much beauty in the world I feel like I can't take it, like my heart's going to cave in". A veces, hay tanta belleza en el mundo que siento que mi corazón va a derrumbarse. Me pasa a menudo.

La escena, en cuestión: ¿a ustedes, qué les parece? Para algunos era una obra maestra dentro de una obra maestra, para otros era una simple chorrada pretenciosa. Con 20 años tendía a pensar lo segundo; con 33, me inclino a algo parecido a lo primero. Lo más fácil con la película era acudir al tópico: es una devastadora crítica de la sociedad americana. Cada año estrenan cinco películas con ese tópico, deberían incluirlo dentro de los géneros: comedia, drama, musical, devastadora crítica... Huyo de lo general y me quedo en lo concreto. En la historia. En la enloquecida historia. En Kevin Spacey sirviendo hamburguesas y toda esa sucesión de personajes absolutamente perdidos y frágiles.

Tenía algo de película sobre peterpans.

Volvamos a Spacey: venía de "Sospechosos habituales". No sólo eso, era el puto Keiser Sozée en "Sospechosos habituales". Creo que he visto a pocos actores ganar dos Oscars de manera tan merecida en tan poco tiempo. Esta película para mí era Spacey y por supuesto era la muy inquietante Mena Suvari, cubierta de pétalos de rosas. La sonrisa de Mena Suvari. La sonrisa de la cheer-leader. El mundo de "American Beauty" es un mundo en el que uno puede dejar su trabajo, ponerse a servir hamburguesas y enamorarse locamente de una cheer-leader, aunque te acerques peligrosamente a los cincuenta.

No sé si ese mundo es un mundo americano. Por el título diría que sí, pero en realidad casi todo el cine se define por oposición o parentesco al modelo americano, así que me da igual. Mi equipo de baloncesto puso animadoras en un partido de presentación, allá por 1995, y la cosa acabó muy mal. Sin embargo, sé perfectamente lo que significa ser el quarterback del equipo, la cara de orgullo de tu padre cuando consigues un home-run o los nervios incontrolables cuando presientes que no vas a conseguir la chica que quieres para el baile de promoción.

Mena Suvari y sus miedos. La belleza americana opuesta a la belleza durmiente -Sleeping Beauty-. Esa concatenación de catástrofes del final y la bolsa de plástico dando vueltas en el aire sin ningún sentido. Tratando de dar sentido a lo que no tiene sentido. O deleitándose, sin más: hay tanta belleza en el mundo...

Puede que en el fondo la película fuera una cursilería y yo no esté mostrando aquí más que una debilidad, pero recuerden que soy un esteta, y en los 90 lo era mucho más, así que me temo que van a tener que disculparme de nuevo.